El poder en la época moderna

SUMARIO
Epígrafe previo 1902
Cap. 19
Enrique Solano Camón (Universidad de Zaragoza)
Razón de Estado, pensamiento e ideología
Epígr. 1903 La quiebra de los universales y la génesis del Estado Párrafos 1-5 de 17
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La quiebra de los universales y la génesis del Estado
     En el ámbito religioso y político europeo las consecuencias del Cisma de Avignon pronto quedaron reflejadas en dos fenómenos de singular importancia para el discurso histórico. Mientras, por un lado, las corrientes conciliaristas (Concilios de Constanza y Basilea, entre otros) ganaban terreno en su pugna por quitar protagonismo a Roma en la dirección del mundo católico; por el otro, en Europa las monarquías occidentales -la Inglaterra Tudor, una vez superada la guerra de las Dos Rosas; la Francia de los Valois; y la España Trastámara, con los Reyes Católicos y su proyección a las Indias Occidentales- se fortalecían como estados nacionales, desarrollando una política regalista o de control de sus respectivas iglesias territoriales. Planteada así la cuestión el Papado acabó inclinándose por la segunda de las alternativas, a condición de ser reconocido como única autoridad, heredera de San Pedro, en el trono de la Iglesia. De esta manera, conseguía el reconocimiento de su poder soberano y absoluto en sus posesiones italianas y la primacía en los asuntos espirituales, a condición de reducir su intromisión en el resto de los estados cristianos y la renuncia de ejercer la potestad temporal que se había arrogado con la llamada "pugna de las investiduras".
 
   
 
     Pero la crisis de uno de los dos pilares básicos del pensamiento político medieval -el Papado- también se iba a ver acompañada por la crisis del segundo, el poder temporal encarnado por la dignidad Imperial, a pesar de los intentos por parte de los próximos al emperador Carlos V para recuperar el papel hegemónico del Imperio, tanto frente al Papado -pretensiones en las que destacó el erasmista Alfonso de Valdés-, como frente a cualquier otro representante del poder temporal. La derrota frente al nuevo monarca francés, Enrique II Valois ( Paz de Vaucelles,1556) tras la Paz de Augsburgo (1555) con los protestantes alemanes, en la que Carlos V se veía obligado a reconocer la libertad religiosa expresada en el "cuius regio, eius religio, sancionaban la imposibilidad soñada por el Emperador de mantener la Universitas Cristiana bajo una misma cabeza rectora, tal y como tiempos atrás había propuesto Marsilio de Padua (1275-1343) en su obra Defensor Pacis.
 
   
 
La "Universitas Christiana, su crisis: pensamiento político y humanismo cristiano
     Ciertamente, la crisis de las doctrinas que habían legitimado Universitas Cristiana y el vacío en la representación de poder que ello representaba, dio paso a otras teorías políticas, entre las que en primer lugar cabe destacar la novedosa interpretación del poder diseñada por el florentino Nicolás de Maquiavelo (1469-1527) primordialmente en El Príncipe (1513), obra que, sin embargo, para la adecuada comprensión del pensamiento de Maquiavelo conviene considerarla junto con sus Discursos sobre la primera Década de Tito Livio (1519). Maquiavelo  consigue abordar el problema ético en el ámbito histórico y convertir la política en una ciencia empírica.  Obra dedicada a Lorenzo de Médicis en su intento por recuperar su antigua posición en la cancillería florentina, Maquiavelo ofrece en El Principe una serie de máximas y argumentaciones cuyo objeto estriba en mostrar cómo debían de actuar los gobernantes para mantenerse en el poder. Unos planteamientos políticos que prescinden  de cualquier tipo de supeditación moral o metafísica para centrarse en la estricta esfera práctica del gobierno. Defiende un Estado secularizado en el que el ámbito de la religión se convierta exclusivamente en un instrumento dirigido a la grandeza del príncipe; en consecuencia, nos encontramos con la antítesis de un agustinismo político que ahora da paso al ejercicio de la autonomía política. Cuidadoso analista político parte de la realidad humana al margen de cualquier otro tipo de connotación con el fin de discernir el porqué del apogeo y el deterioro de los Estados, así como el modo en el que éstos pueden cimentar su hegemonía. 
 
   
 
     Cuando en la obra de Maquiavelo se alude a que "el fin justifica los medios", se hace referencia a que todo medio es lícito siempre que tienda, como fin último, a  asegurar el propio dominio. Objetivo que se justifica en la consideración de Maquiavelo de que es el instinto egoísta el que caracteriza al ser humano, lo que lleva a los individuos débiles y vulnerables a reunirse y cobijarse bajo la protección del Estado. El maquiavelismo, en resumen, es una doctrina política positiva que responde a la necesidad de dar respuestas fortuitas en cada momento y de utilizar tácticas oportunistas para ello. Es así como desaparece la figura del monarca justo, moderado y generoso, defendido por los filósofos, pensadores y teólogos medievales, para dar paso a un príncipe cuyos fines se encuentran en el interés supremo del Estado y en la opinión que lo secunda en sus empresas.
 
   
 
     Ante la omisión de cualquier fundamento de moralidad en la argumentación de la teoría política de Maquiavelo, otros autores apelarán a la imprescindible incidencia de los valores cristianos como fundamento en la praxis política para dirigir a los hombres hacia su salvación y, consecuentemente, como norma de actuación que afecta al propio príncipe. Destaquemos a Erasmo de Rótterdam (1466-1536). Hijo bastardo de una burguesa y un clérigo profesó como monje agustino. Sabio cosmopolita, su vida transcurrió entre los Países Bajos, tierra natal, Francia, Inglaterra, Suiza, Italia y Alemania. Buen conocedor del mundo humanista europeo permaneció fiel a sus ideas y a su iglesia. J. Vicens Vives, parafraseando una frase del historiador Huizinga lo define del siguiente modo: "la ortodoxia y la tradición, sin embargo, pesaban sobre sus espaldas, y es posible afirmar con algunos de sus mejores biógrafos que Erasmo buscaba la salvación del Papado por el Humanismo y éste por aquél". Ciertamente, Erasmo no puede ser considerado como un teórico político, aunque sí como un claro inspirador de cómo debe estar inspirado éste. Cuando antepone la bondad del gobernante al mero ejercicio del poder no hace sino reclamar un orden moral frente a  lo que considera una sociedad más corrupta y desordenada. Esto es lo que se desprende de su principal obra en este ámbito, Institutio principis Christiani (1516), especie de tratado educativo dirigido  al entonces adolescente Carlos de Gante. Erasmo rechaza tanto la utilización de la guerra, como instrumento para dirimir las cuestiones, como el ejercicio de la tiranía por parte de los príncipes contra sus súbditos. En conjunto, expresa en su obra una visión de la política muy diferente a la postulada por buena parte de sus coetáneos, en la que el peso de la tradición, tanto cristiana como clásica, se hace notorio y en la que sobresale el argumento de la paz.
 
Razón de Estado, pensamiento e ideología
Epígrafe 1903 La quiebra de los universales y la génesis del Estado Párrafos 1-5 de 17
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Fecha modif. 25-09-2008